Capítulo 7. Grácil.


-¡Seguí caminando!-dijo sin sonreír el hombre de traje negro a la niña de pelo largo.
-¿Sigo?- La niña de pelo largo hacía al menos una hora que caminaba en línea recta ida y vuelta, como siguiendo una línea imaginaria dibujada en el piso de madera del atelier.
-¿Otra vez te tengo que recordar por qué mierda estás acá? ¿Querés aprender? ¡Creés que hacer una bella figura te viene dado como por arte de magia! - ahora gritó el hombre. 

-¡Mirá! - y señaló el último esbozo que había hecho la niña de pelo largo la clase anterior 

- ¿No ves que esa bailarina parece un soldado? ¡No te das cuenta de que no se "ve" el movimiento! ¡Es una bailarina congelada! Si yo formara parte del tribunal de la Escuela de Ballet de Nueva York, ¡no pasarías ni el primer casting! ¡Te digo caminá y parecés un soldado de plomo!

- ¿Sabe? -dijo de repente, para sorpresa del hombre de traje negro. -¡Usted no me debe nada! ¡No sea inauténtico! ¡Vaya y dígale a mis padres que no tengo condiciones!

El hombre de traje negro miró a la niña de pelo largo desconcertado. La niña de pelo largo, comenzó, pacientemente, a enjuagar el pincel con trementina.

-Seguí caminando - dijo ahora el hombre de traje negro sin gritar. La niña de pelo largo, obedeció aquella orden, como una autómata.

-¿Viste cómo caminan las bailarinas? 

-No

-Caminan estirándose tanto que tratan de tocar con la cabeza el cielo. Quiero que camines así, estirada. Mirando hacia la línea del horizonte, siempre mirando hacia la línea del horizonte. Siempre tocando el cielo con el pelo, seguí caminando estirada mirando hacia la línea del horizonte. Pensá sólo en que el cielo toca tu pelo, y seguí caminando. Sólo pensá en la cabeza y no te preocupes de los brazos, dejalos que cuelguen, ellos se moverán solos. Ahora estás caminando por una barra de equilibrio.

- ¿Equilibrio? 

- Los pies deben ir por una sola línea, no por dos líneas paralelas. Sí, haciendo un "ocho". Así caminan las modelos, ¡solo te faltan los libros en la cabeza! - Se burló el hombre de traje negro.

La niña de pelo largo seguía caminando sin parar. Haría todo lo que él dijera, hasta que llegara la hora del fin de la clase, y no volvería más. Era más fácil que entrar en diatribas inútiles y discusiones, donde quizá tuviera que soportar, ella, la niña de pelo largo, que el petulante hombre de traje negro le dijera que era una tronca, que dibujaba mal, y prefirió no hablar más.

-Ahora vení acá, y dibujá otra vez a la bailarina- ordenó el hombre. 

La niña de pelo largo tomó la carbonilla, y comenzó esperando las críticas de ese maestro soberbio. El hombre de traje negro observaba a la niña de pelo largo con el ceño fruncido. 

Entonces, dijo: 

-¿Ves? Ahora dibujaste algo más de movimiento.

- El movimiento no se ve - dijo la niña.

-Mirá me agarrás en un momento "sensible"; y te voy a dar la razón y todo - dijo el hombre de traje negro, y entonces besó a la niña de pelo largo.