Capítulo 8. Transparencia.


-Ahora que hiciste el dibujo con gracia, estás en condiciones de empezar – dijo a la niña de pelo largo el hombre de traje negro

- No apretés, haceme el favor, ¡el lápiz no es un arma! , el trazo no podés mostrarlo.

-¿Cómo que no puedo mostrarlo? ¿Es un trazo mentiroso? – dijo la niña de pelo largo.

- ¡Es un trazo transparente! ¿Sos o te hacés? ¿Mirá que me hacés perder la paciencia, pendeja! ¿No entendés que esta pintura por su transparencia no va cubrir las líneas del lápiz? – dijo, o gritó, vaya a saber, el hombre de traje negro.

-Ud. no me banca, ¡dígalo de una vez! No necesito lástima, menos su lástima vestida de despotismo, no quiero que mis padres sufran porque Ud. me trata así, por eso sigo acá, ¡sépalo! ¿Quién se cree Ud. que es, que puede usar puñales hechos con palabras? ¿Acaso Ud. nació pintando? ¿Le enseñaron a los gritos a Ud.? Por supuesto que “ser alumna de”, ¡de Ud. me abrirá muchas puertas! Y no quiero que mis padres dejen de soñar que vengo a su taller, pero ¡sépalo! Por mi misma algún día se me abrirán las puertas, Ud. me cree ingenua, pero a pesar de ser joven ¡la tengo clara, Señor! Si tengo talento, no necesito de Su Nombre para ser buena, ya los seré por mi misma. Claro que esto Ud. no lo comprende, puesto que tiene muchos adulones, a quienes Ud. grita, y se mueren por poner en su currículum que fueron sus alumnos, esos, esos que necesitan de Nombres, para que los vean, porque no pueden hacerse ver por sí mismos.

(El hombre de traje negro se hizo el boludo, como si la niña de pelo largo no hubiera dicho nada.)

-¿Y? ¿El trazo? ¡Cuando estamos “en clase” no hablamos!, te aseguro que si tus padres se enteran de que acá perdés bastante de tu hora conmigo hablando, se morirían de pena, ¿te callas? ¡Sino les aviso! – dijo el hombre de traje negro. 

-¡Sentate allá! Una imagen vale más que mil palabras.

-Prestá atención y fundamentalmente, MIRÁ. Invento una silueta sobre una mancha. ¿Este dibujo es perfecto? Te estoy peguntando.

-No.

-Bien. No es perfecto porque no es necesario que sea perfecto- dijo el hombre de traje negro 

– pero sí tienen que estar claras las fronteras.

-¿Qué fronteras?

- No pueden existir muros, este es el secreto de la técnica, si existen muros, pero son transparentes. Todo va de claro a oscuro, pero ¡cuidado! no existe el blanco, existe el transparente. Para la silueta, mojo el pincel en agua limpia, lo paso por la zona, hasta que esté bien húmeda, pero sin que el agua chorree, no se puede escapar.

(La niña de pelo largo miraba rígida, como los soldados de los ejércitos.)

-Hice una mezcla con dos azules y agua, y con sólo tocar con la punta del pincel, dejo que la pintura se corra por el papel humedecido. Siempre controlo que la humedad no sea excesiva, y además hago esto de una sola pasada, no se debe insistir de forma reiterada, porque a la vista se afearía el trabajo. O sea, pinceladas seguras en una sola pasada.

(La niña de pelo largo miraba rígida, como los soldados de los ejércitos.)

-Los Toques Finales, tienen que ser los justos, de lo contrario todo se satura. Acá tenés a la criatura que acabo de crear, es única e irrepetible y pasé muy bien con ella.

- No debo disciplinar el trazo – dijo entonces la niña.

-Ahora te toca a vos – dijo entonces el hombre de traje negro.