Capítulo 11. Inversión.


-¿Qué dibujo hoy? – le preguntó la niña de pelo largo al hombre de traje negro.

El hombre de traje negro no respondió. La niña, creyendo no haber realizado la pregunta con la suficiente vehemencia, repitió- ¿Qué dibujo hoy?

El hombre de traje negro no respondió. Tenía el ceño fruncido, y andaba volando muy lejos del atelier. – Hacé lo que quieras- finalmente dijo.

-¿Lo que yo quiera?

-Lo que vos quieras.

-Hoy vas a dibujar vos- dijo la niña de pelo largo.

El hombre de traje negro no pudo evitar largar una carcajada.

- ¿Vos mi maestra? ¿No es demasiada petulancia de tu parte?

- ¿Vos creés que sos el único que sabe?

- ¿Y para qué venís a mis clases si ya sabés todo?

- Yo no dije que se todo; lo dijiste vos. Pero vos, tampoco sabés todo- dijo la niña de pelo largo.

-¿Y qué vas a enseñarme vos a mí que yo no sepa?- se mofó el hombre de traje negro.

- Vos no sabés todo- repitió la niña.

-Hoy serás vos el aprendiz.- El hombre, increíblemente, obedeció.

-Trazá un pentagrama – ¿Y yo qué sé que es un pentagrama?

- En el sistema de notación musical utilizado comúnmente en los países occidentales, el pentagrama; del griego: penta: cinco, grama: escribir, es el lugar donde se escriben las notas y todos los demás signos musicales. Tiene cinco líneas y cuatro espacios, que se enumeran de abajo hacia arriba. Las líneas son horizontales, rectas y equidistantes.

-¿Y vos donde aprendiste todo eso?

-No lo sabés.

-¡Claro que no lo sé, por eso te pregunto! – enfatizó el hombre de traje negro.

-No lo sabés, porque no sabés nada de mí – dijo la niña de pelo largo.

-¿Y por qué yo tengo que saber algo de vos? ¡Tus viejos te mandaron acá para que yo te de clases de pintura! – gritó el hombre.

-Si fueras menos agrandado – dijo la niña – mientras me dabas la clase podrías haberme preguntado sobre mi vida, yo soy un sujeto, igual que vos. Que vos seas el maestro y yo la aprendiz, no significa que yo sea Cosa y vos Ser.

-Me parece que estás bastante confundida – dijo el hombre de traje negro – me imagino que sabés cuánto vale mi “hora” de clase, tus viejos no te mandan conmigo para que yo me interese por vos. Pero creo que se te están subiendo los humos.

-Creé lo que quieras- dijo la niña de pelo largo. -Vos sos uno de los mejores pintores de este país, pero no sos uno de los mejores músicos, ni sos uno de los mejores poetas.

-Yo tengo mostrador, nena- ironizó el hombre de traje negro- y te puedo asegurar que sé mucho más que vos de la vida, ¿si sos una pendeja? ¿cómo vas a saber más que yo? Además a vos no te conoce nadie, mi nombre lo conocen todos.

- Eso es insignificante- dijo la niña.

-Ya te decía yo que no entendés nada- prosiguió el hombre- ¿cómo va ser insignificante el nombre? Mi nombre, se escucha ¡en el mundo entero y todos saben quién soy yo!

-¿Y eso para qué te sirve?- preguntó la niña.

El hombre de traje negro se disponía a responder, pero la niña de pelo largo dijo:

-Eso te sirve para que todos te chupen las medias, para que todos quieran arrimarse a vos, porque te llamás como te llamás, pero, ¿eso te sirve para que te quieran? Lo que pasa es que a vos te importa más el “qué dirán” que lo que de verdad sos.

-Mirá vos, ¿también creés que podés psicoanalizarme?- se burló el hombre.

-Si uno cree en algo, lo logra – respondió la niña.

-Ja ja ra ja jai, “Anda y ve tras tus sueños y se harán realidad”; pendeja, no puedo creer cómo te la re.creés.- dijo el hombre de traje negro.

-No entendés nada, yo no me la “re.creo”- dijo la niña de pelo largo.

-Ah;¿no? – se mofó por enésima vez el hombre.

-Está muy bien que des clases de pintura, pero vos de pintura es de lo único que podés dar clase, de música o poesía podés opinar, pero no podés enseñar, bueno poder podés, pero no deberías.

-Ja ja, ¿y por qué no?

-Porque no sabés más que los otros, en todo caso sabés como sabemos todos, no sos el amo y nosotros tus esclavos.

-Permitime pero esto está muy divertido, sigamos con “la clase”- dijo el hombre de traje negro.

- Hacé una clave de sol.

- ¿Y yo qué sé que es una clave de sol?

- La clave es un símbolo usado en notación musical, cuya función es asociar las notas musicales con las líneas o espacios del pentagrama. Una clave asocia una nota en concreto con una línea del pentagrama, de manera que a las notas siguientes les corresponderán los espacios y líneas adyacentes. Existen tres símbolos distintos para representar a las distintas claves, la clave de sol, la clave de fa y la clave de do, que llevan el nombre de la nota que designan a la segunda línea de los pentagramas. Es obligatoria su colocación al principio de cada pauta, pero puede cambiarse durante el transcurso de la obra en cualquier momento, si se requiere. Te hago una en esta hoja y vos copiala

- ya está

- ahora dibujá un frutero

- ¿Y qué tiene que ver un frutero con una partitura?

- ¿Y por qué tiene que tener algo “que ver”?

- No discuto, hoy soy el aprendiz, ya está

- Ahora dibujá un ojo.

-¿Un ojo solo?

- Sí; un ojo solo

- Y ¿en qué parte?

- Hacé de cuenta de que el ojo es un ser, y ubicalo donde quede equilibrado

- ¿Cómo equilibrado?

- En armonía con el resto de los objetos que dibujaste

- ¡Tá, lo pongo acá, y ahora qué!

- Ahora, hacé una boca

- Pero ¿estamos haciendo una cara?

- No, la boca también es un ser, igual que el ojo

- ¿Entonces la puedo poner en “cualquier lado”?

- Vas entendiendo, sí, la podés poner en cualquier lado.

Así, la niña le hizo agregar un teclado de piano, un mazo de cartas, y una mujer sin ojos ni nariz ni boca.

-Ahora vamos a colorear – dijo la niña.

-Te escucho- dijo el hombre.

-Tenés la total libertad de poner los colores, la única condición es que te queden equilibrados.

- ¿A qué te referís con “equilibrados”?

- ¿A vos te gusta la música?

- ¡Obvio!

- Bueno, cerrá los ojos, imaginá el tema que más te “vuele”, y trasladá eso a los colores.

El hombre de traje negro quedó sorprendido. Comenzó, y sin darse cuenta se olvidó de la existencia del tiempo y del reloj. Coloreaba, y entrecerraba los ojos, y “descoloreaba”, y entrecerraba los ojos, y volvía a colorear...

-Ya terminé.- dijo el hombre de traje negro.

- ¡Pero mirá la hora que se hizo! ¡Tres horas estuve con esto! ¡Y las clases siguientes! ¡Mis alumnos se deben de haber ido!

-¿Y si ya se fueron; qué te importa? – dijo la niña de pelo largo.

-Y sí; ya se fueron. – El hombre hizo una pausa y dijo

- La verdad, pendeja, que esto no lo sabía.

-Ya te dije que vos no sabés TODO.- dijo entonces la niña de pelo largo.