Capítulo 1. ¿Por qué?


Arpegio vulnerable,
quizá ingenuo,
sorpresa hasta devenir en acorde.
Acorde ya es.
No hay sorpresa.

Niña.mujer, vulnerable,
quizá ingenua,
sorpresa hasta devenir en muchacha.
Muchacha ya es.
No hay sorpresa.

Soy niña.mujer,
dibujo,
bebo de una fuente
oasis desvelado
de repente
en el desierto.

Descubro un sonido
es de la arena
Y le canto
Sonriendo al hacer música
Visto de blanco
y ando descalza
por la arena
¡Qué placer mojar los pies en el oasis!

¿Por qué
las que usan botas,
vistiendo minifalda
que tienen prepotentes pechos?

¿Por qué
las que usan collares de perlas
para tomar vino en copas?

¡No ves que beben solas!

Aparentan mariposas
mas tan solo son larvas.

¿Por qué ellas,
y no yo?

¿Por qué?

Capítulo 2. Porque.


Camino
vecinal,
Y ñacurutú,
24.

Luna pincela blanco,
definiendo siluetas de cerros.
Niña adolescente de blusa blanca.

Brillantina pincela plata,
confundiendo siluetas de cerros.
Hombre de impecable traje negro.

Tormenta pincela negro,
borrando siluetas de cerros.
borrando el blanco de la blusa de la niña adolescente.

El hombre de impecable traje negro,
Amparado tras connivencia con lo borrado,
observa las transparencias de la blusa de la niña adolescente.

La niña de blusa blanca mojada transparente,
observa al hombre de impecable traje negro mojado.
El hombre de impecable traje negro mojado tiene frío.

La niña de blusa blanca mojada transparente,
observa al hombre de impecable traje negro mojado que tiene frío,
Desconcertada.

El hombre de impecable traje negro mojado que tiene frío,
observa las transparencias de la blusa de la niña adolescente,
y un imán lo va acercando a ella.

El hombre de impecable traje negro mojado que tiene frío,
mira las transparencias de la blusa de la niña adolescente,
y el imán lo acerca más a ella.

El hombre de impecable traje negro mojado que tiene frío,
mira por última vez las transparencias de la blusa de la niña adolescente,
y el imán lo pega a ella.

El hombre de impecable traje negro mojado que tiene frío,
Y la niña de la blusa blanca transparente, adolescente,
Bailan Pegados.

El imán es de una aurora boreal de un círculo polar.

El hombre de impecable traje negro mojado que tiene frío,
Y la niña de la blusa blanca transparente, adolescente,
Bailan Pegados, y pegados ya no bailan.

 El hombre de impecable traje negro mojado que tiene frío,
Roza la blusa blanca transparente de la niña adolescente,
Para dormir y soñarla semidesnuda.

La niña de la blusa blanca transparente, adolescente,
desabotona el impecable traje negro mojado del hombre que tiene frío,
mientras le dice -"No sigas vestido; yo quiero dormir y soñarte desnudo."

Capítulo 3. La Aprendiz.


I.

-¿Por qué usás azul y verde; acaso no ves que la figura es terracota?; inquirió el maestro con cierto dejo de desdén. 

La lógica permanentemente le decía a la alumna que no era bueno para su espíritu estar aprendiendo o a golpes sin una devolución. 

Paradójicamente, ¡cómo le gustaban los desafíos cuanto más aquel vanidoso se sentaba en la silla de Zaratustra!, tremendo estímulo para hacerla mejorar; de hecho mejoraba.

-Porque el mar es azul y verde- respondió.

-¡El mar es transparente!- se rió el maestro a carcajadas.

Suficiente, dijo a sus padres que sólo terminaría el mes. 

-¡Pero mira que sos desagradecida! ¿Te conseguimos al mejor y vos te vas sin que él te eche?

- ¡Lo Mejor es enemigo de lo bueno! 

- ¡Dejáte de filosofismos estúpidos! ¿Qué creés, que es gratis haberte conseguido un lugar ahí? 

Fue inútil, los conservadores progenitores nada entendieron. 

Como era menor de edad, seguiría mientras se lo pudiera bancar.

II.

-¿No te dije que la figura es terracota? – dijo el maestro la siguiente lección.

-Yo digo que la figura es azul y verde – dijo la niña adolescente.

- ¿Soy yo tu alumno? A ver, señorita maestra, ¿de qué color pinto “esto”? – ironizó él, mostrándole un croquis inspirado en Degas.

-Lógicamente, de azul.- dijo.

-¡Qué seguridad, señorita maestra! – siguió él.

La niña adolescente miró al maestro a los ojos. 

Separó su “Hering” descolorida unos dos centímetros de la parte superior del jean gastado, dejándole ver la minúscula flor con pétalos azules que tenía tatuada.

Capítulo 4. Aprendizaje.


Prólogo:
"Aprendí a ser formal y cortés...
Y tuve muchos maestros
de que aprender
solo conocían su ciencia y el deber
Nadie se animó a decir una verdad
siempre el miedo fue tonto...
(Sui Géneris)

La vulnerabilidad de la niña de pelo largo, provocaba un placer infinito en aquel hombre (el hombre se sabía bello), que gozaba del poder que tenían sus palabras sobre el coraje de la niña de pelo largo, aunque no lo sabía a ciencia cierta.

Todo un "winnercito", el "machito" había rechazado alborozado su propuesta, clavándole un dardo poético tan enrevesado como soberbio, abusando de la ingenuidad y entrega de la niña de pelo largo.

Ya en su despacho, desde las alturas, ordenó a la secretara "Primero llamá a Pérez, tengo reunión a qué hora" y siempre desde ahí arriba, le hizo una guiñada. La secretaria se puso nerviosa, el hombre gozó tanto del poder que sus palabras ejercían en esa mujer que no era una niña, pero al igual que a la otra, a la niña, controlaba excitado.

Mil móviles, quinientos en cada mano, habían formado la orquesta vespertina, la Voz, los xilófonos, las flautas, ay esas flautas... de niño el hombre soñaba con tocar en Hamelín.

Ya con los ojos cerrados, agotado por la vorágine del día, el hombre no podía conciliar el sueño, ¡Andate!- Nada - ¡Andate! - Nada. (El dardo ahora no tenía donde apuntar)

El hombre, desarmado, después de gritar mil "Andates", y sin poder conseguirlo, a eso de las dos de la mañana, se levantó furioso a tomar un sonmífero.

La niña de pelo largo finalmente se había marchado, luego de él haber explotado.

Capítulo 5. Aprendiendo.


Aquella mañana, el hombre de traje negro se levantó irritado.

-¡Fuera, Maldita! - ¿Por qué mierda se te ocurrió aparecer ahora desgraciada? ¡Te voy a boletear! Si, es la única solución. Total, ¿quién se enterará de que fui yo? ¿Acaso alguien supo qué fue de Natalia? ¿De María Soledad? Te voy a boletear, yo no voy a perder mi prestigio ni mi calma por culpa tuya, desgraciada, ¿qué va pensar la gente? ¿Acaso un tipo como yo hay algo que no controle? ¡Yo tengo el control! ¡Tengo el control! ¡Tengo en control, carajo!

-¡Doctor! ¡Doctor! ¿Qué le sucede? ¡Cálmese!

El hombre de traje negro se había quedado dormido sobre su escritorio. Alzó la mirada. ¡Qué vergüenza! ¿Qué van a pensar de él? Pero ni loco le pregunta a la secretaria si habló. Si le pregunta le estará dando la prueba que tiene miedo. No, no. ¿Y si hubiera dicho algo para que se rían de él? ¡NO! No le preguntaría NADA.

-Doctor, usted está muy estresado, creo que no le vendría mal tomarse unas vacaciones- dijo la secretaria.

-Tiene razón- dijo- Hasta mañana.

El hombre de traje negro salió a la calle. Comenzó a caminar hacia el oeste. Vaya a saber, el poniente, el sol. Eran sus pies que se desplazaban, lo conducían. El hombre de traje negro, vencido, se dejaba llevar.

Pensar que nunca había salido antes del anochecer de la oficina. Qué rara dieciocho a la tardecita. Esa tarde, sería suya. UNA TARDE. Suya.

Guardó el reloj de pulsera en el maletín. Apagó celulares, y simplemente, caminó.

Se le dio por entrar en cada librería, y abandonarse a las contracaras de lo último. "Pucha" - se dijo. "Pepe Coloquios", "El presidente florista", "Artigas", un bombardeo de política y de historia. "Claro, pero que pelotudo, si estamos en el año del Bicentenerario", así, veía, y sonreía. "Mis letras son auténticas, estas son mercantilistas", se decía, y ese diálogo consigo no estaba vestido de nada.

Linda ciudad, Montevideo.

Cruzó la plaza Independencia. Sarandí peatonal, cada vez más bella, le recordaba a París, los reciclajes, y pensar que una década atrás, él mismo se recordaba cruzando la plaza Matriz, ya de nochecita, y aquel lugar al lado de "La Pasiva", donde había olor a orines, la plaza Zabala, la calle Alzáibar, todos esos edificios abandonados, donde los sin.nombre vivían, sin agua, sin luz, colgando la ropa cuando venían aquellos ejecutivos de importantes corporaciones, qué mamarracho que vieran eso.

Todo estaba reciclado, el hombre siempre había avizorado la Ciudad Vieja como un lugar que prometía. Geográficamente, península, mar al sur, mar al oeste, mar al norte. ¿Cómo esos tontos intendentes blancos y colorados no se daban cuenta de que era una zona geográficamente privilegiada?

Recordó, fue la primer intendencia del Frente Amplio que hizo las dos primeras cuadras de la calle Sarandí peatonal.
El hombre deambulaba sin prisa, disfrutaba de andar sin rumbo, sin tiempo, qué placer...
De repente quedó petrificado. Mirando unas obras de Gurvich, la vio.

Miró dos veces. Inconfundible, era ella. ¿Quién otra podría tener ese bendito cabello hasta la cintura? Ella, siempre con esas palestinas, o pinchos, y por supuesto, sus jeans con agujeros.

El hombre de traje negro, ya estaba vencido, y , se paró exactamente a varios metros, no sea cosa que ella se percatara que estaba allí por haberla visto. Se paró delante de una Luna de Cúneo.

-¿Ariadna?- preguntó.

-¿Perdón? - se dio vuelta ella.

-Perdoná, creo que te confundí con otra persona.

-No tiene importancia. De todos modos siempre me encantó Ariadna, y la valentía de Teseo. ¿Vos sos valiente?

-No es para que me contestes, soy Leah. Qué genio Gurvich, ¿no?

-Si.

-Un vanguardista, indudablemente.

-Si.

-Mirá, ¿ves este? ¿Ves?

A él se le descolgó una lágrima imperceptible.

-Conmigo podés llorar; no me gustan los estúpidos machitos que no lloran. ¡Como representa los pogroms! Yo también voy a hacer escenas representativas.

-¿Pero vos pintás?

-Si, bueno, pintaba. Pero ahora todos me piden obras, y ya no me queda ninguna. ¡Me las quieren comprar! Pero yo, capaz te parezco una pelotuda, pero jamás vendí un cuadro. Yo los regalo, y aunque vuelva a pintar, tampoco los pienso vender. El arte no se vende. Sino, es mierda. No te preocupes, digo por esa lágrima. Es este asunto de los dos mundos.

-¿Dos mundos?

- Si, bueno, claro, es obvio; vos son un ejecutivo, te voy a explicar. Me pasa lo mismo con mi hermano, y traté de decirle, y él tá, ya ni me molesto en decirle. Capaz quien sabe, vos sos un ejecutivo sensible. Yo voy planeando por los aires, hay días que estoy muy triste, pero otros que vuelo de alegría. Hay días que voy por la calle, y de repente, veo un chiquilín descalzo, te acordás, si, la película "La cáscara", ¿La viste? ¿Te acordás del chiquilín que paseaba por Bulevar Artigas, y era de noche, y se metía en el golf, y miraba las estrellas... ¿Te acordás cuando se subió al auto y se sintió en una nave? La cara de ese niño... Yo siempre lloro, en realidad, el momento en que más lloré fue cuando lo dijo "No mires, no quiero que veas donde vivo", bajando del auto en la parte de la rambla que hace la curva un poco después del edificio de Ott. ¿Viste que ahí hay un montón de casitas de cartón? Yo cada vez que pienso en esa película lloro. Lo que pasa es que los creadores vivimos en un mundo que no es el tuyo. No somos como ustedes. Nosotros planeamos sinusoidalmente, por eso, todos somos vulnerables. Al tocar tierra firme, nos llenamos de hastío. Es horrible. ¿Leíste La Náusea? Es eso lo que nos pasa. No sé porqué me estoy acordando de una conocida, que me contó que pudo soportar no ver la luz del sol, no hablar con nadie, me dijo que la imaginación fue la que la salvó los ocho años que estuvo en cana. La hicieron mierda. Pero ella, como estaba en el nuestro mundo, el sinusoidal, no lo sentía. Submarino, picana, la violaron, pero ella, no enloqueció. Y yo la entiendo.

-¿Decís que hay dos mundos?

-Si, y aunque no lo creas, el tuyo hace más infeliz a la gente. El nuestro no.

-¡Pero ese mundo no es verdad!

-¿Y qué importa? Lo que importa es estar bien. ¿Porqué creés que la morfina era la dueña de la vida de Juana? ¿Y qué le pasó a Prodán? No se soporta, vivir en un mundo de verdad. Yo tampoco. No soporto vivir en el mundo de verdad.

No se habían dado cuenta, y estaban en la escollera.

Poco a poco, la ciudad se preparaba para dormir, la silueta negra del cerro, mutaba en luces, luces de plata. A medida que caminaban hasta el final, el viento se hacía cada vez más fuerte.

-¡Pará, tenés piel de gallina!

-Es que no sabía que iba a venir a la escollera. No traje abrigo.

-Vení- dijo él.

-Veni, por favor...

Ella se acercó.

El se quitó el saco negro y se lo puso. La abrazó. Ella estaba temblando. El trató de envolverla. Así abrazados estuvieron en silencio. Ella se iba calmando, el calor, él quería protegerla, tan ingenua...

Se miraron a los ojos.
Entonces, él, la besó.

Capítulo 6. Instrucción.


El hombre de traje negro abrió intempestivamente los ojos. Giró noventa grados, y la niña de pelo largo dormía plácida, se le dibujaba una sonrisa desde el sueño en el que seguramente estaba sumida.

- "¿Cómo ha llegado acá, acaso es bruja?"

...Ha llegado a nuestros oídos que gran número de personas de ambos sexos no evitan el fornicar con los demonios, íncubos y súcubos; y que mediante sus brujerías, hechizos y conjuros, sofocan, extinguen y hacen perecer la fecundidad de las mujeres, la propagación de los animales, la mies de la tierra...

"¡Hechicera! ¡Estás pervertida por el diablo y de intenciones malvadas y sanguinarias! "

-¿Qué hacés?- dijo la niña de pelo largo que dormía plácida en el "chaise longe" del estudio tapada con una manta, la clase de la víspera había terminado a una hora en la niña de pelo largo ya no tuvo ómnibus para irse, al despertar abruptamente por un zamarreo del hombre de traje negro.

-¿Creés que tengo todo el día para vos? ¡Oíme bien! ¡Acá estás aprendiendo con-mi-go, y nunca olvides que sólo me estoy haciendo cargo de tus lecciones porque tu padre fue vecino del Senador! -¿Pero vos creés que estoy perdiendo el tiempo? Decímelo, si no tengo aptitudes, prefiero irme, quiero La Verdad.

El hombre de traje negro hizo una pausa, y dijo:

-No está todo perdido. No te disperses, que no tengo ganas de repetir las cosas. Toda verdad está dada por la intersección de dos líneas, una vertical, y una horizontal. La vertical significa lo espiritual, y la horizontal la naturaleza. En la intersección de ambas está El hombre. ¡Trazá varias líneas horizontales y verticales con este esmalte negro, y formá una retícula con muchos cuadriláteros, que dividan en varias porciones! 

-Ya terminé. 

-¡Ahora haceme un atardecer en una ciudad! 

-¿Cómo? ¿Arriba de las líneas? 

-¿Acaso te dije algo distinto? ¡Estás en la Luna de Valencia y yo no tengo tiempo para perder con nenitas románticamente ingenuas!- El hombre de traje negro, no sacaba ni la más mínima sonrisa. Claro, para la niña; oscura aclaración.

-¿Hay algo mal? 

- ¿Por? 

- Por tu cara.

-¿Qué problema tenés vos con mi cara?

- No, no quise decir eso

- ¡Dejate pendeja de estúpida verborragia, me har-tás! 

- Pero yo no quise… 

- ¡Te dije que te calles!

- Pero no te pongas así... 

- ¡Basta!

De repente, la niña de pelo largo quedó rígida como una estatua. El hombre de traje negro sacó de su bolsillo un utensilio de plata.

El hombre de traje negro, se iba acercando lentamente. 

-¿No sos vos la que siempre dice que "la vida es colores"? - dijo - Esta arma es blanca.

Capítulo 7. Grácil.


-¡Seguí caminando!-dijo sin sonreír el hombre de traje negro a la niña de pelo largo.
-¿Sigo?- La niña de pelo largo hacía al menos una hora que caminaba en línea recta ida y vuelta, como siguiendo una línea imaginaria dibujada en el piso de madera del atelier.
-¿Otra vez te tengo que recordar por qué mierda estás acá? ¿Querés aprender? ¡Creés que hacer una bella figura te viene dado como por arte de magia! - ahora gritó el hombre. 

-¡Mirá! - y señaló el último esbozo que había hecho la niña de pelo largo la clase anterior 

- ¿No ves que esa bailarina parece un soldado? ¡No te das cuenta de que no se "ve" el movimiento! ¡Es una bailarina congelada! Si yo formara parte del tribunal de la Escuela de Ballet de Nueva York, ¡no pasarías ni el primer casting! ¡Te digo caminá y parecés un soldado de plomo!

- ¿Sabe? -dijo de repente, para sorpresa del hombre de traje negro. -¡Usted no me debe nada! ¡No sea inauténtico! ¡Vaya y dígale a mis padres que no tengo condiciones!

El hombre de traje negro miró a la niña de pelo largo desconcertado. La niña de pelo largo, comenzó, pacientemente, a enjuagar el pincel con trementina.

-Seguí caminando - dijo ahora el hombre de traje negro sin gritar. La niña de pelo largo, obedeció aquella orden, como una autómata.

-¿Viste cómo caminan las bailarinas? 

-No

-Caminan estirándose tanto que tratan de tocar con la cabeza el cielo. Quiero que camines así, estirada. Mirando hacia la línea del horizonte, siempre mirando hacia la línea del horizonte. Siempre tocando el cielo con el pelo, seguí caminando estirada mirando hacia la línea del horizonte. Pensá sólo en que el cielo toca tu pelo, y seguí caminando. Sólo pensá en la cabeza y no te preocupes de los brazos, dejalos que cuelguen, ellos se moverán solos. Ahora estás caminando por una barra de equilibrio.

- ¿Equilibrio? 

- Los pies deben ir por una sola línea, no por dos líneas paralelas. Sí, haciendo un "ocho". Así caminan las modelos, ¡solo te faltan los libros en la cabeza! - Se burló el hombre de traje negro.

La niña de pelo largo seguía caminando sin parar. Haría todo lo que él dijera, hasta que llegara la hora del fin de la clase, y no volvería más. Era más fácil que entrar en diatribas inútiles y discusiones, donde quizá tuviera que soportar, ella, la niña de pelo largo, que el petulante hombre de traje negro le dijera que era una tronca, que dibujaba mal, y prefirió no hablar más.

-Ahora vení acá, y dibujá otra vez a la bailarina- ordenó el hombre. 

La niña de pelo largo tomó la carbonilla, y comenzó esperando las críticas de ese maestro soberbio. El hombre de traje negro observaba a la niña de pelo largo con el ceño fruncido. 

Entonces, dijo: 

-¿Ves? Ahora dibujaste algo más de movimiento.

- El movimiento no se ve - dijo la niña.

-Mirá me agarrás en un momento "sensible"; y te voy a dar la razón y todo - dijo el hombre de traje negro, y entonces besó a la niña de pelo largo.

Capítulo 8. Transparencia.


-Ahora que hiciste el dibujo con gracia, estás en condiciones de empezar – dijo a la niña de pelo largo el hombre de traje negro

- No apretés, haceme el favor, ¡el lápiz no es un arma! , el trazo no podés mostrarlo.

-¿Cómo que no puedo mostrarlo? ¿Es un trazo mentiroso? – dijo la niña de pelo largo.

- ¡Es un trazo transparente! ¿Sos o te hacés? ¿Mirá que me hacés perder la paciencia, pendeja! ¿No entendés que esta pintura por su transparencia no va cubrir las líneas del lápiz? – dijo, o gritó, vaya a saber, el hombre de traje negro.

-Ud. no me banca, ¡dígalo de una vez! No necesito lástima, menos su lástima vestida de despotismo, no quiero que mis padres sufran porque Ud. me trata así, por eso sigo acá, ¡sépalo! ¿Quién se cree Ud. que es, que puede usar puñales hechos con palabras? ¿Acaso Ud. nació pintando? ¿Le enseñaron a los gritos a Ud.? Por supuesto que “ser alumna de”, ¡de Ud. me abrirá muchas puertas! Y no quiero que mis padres dejen de soñar que vengo a su taller, pero ¡sépalo! Por mi misma algún día se me abrirán las puertas, Ud. me cree ingenua, pero a pesar de ser joven ¡la tengo clara, Señor! Si tengo talento, no necesito de Su Nombre para ser buena, ya los seré por mi misma. Claro que esto Ud. no lo comprende, puesto que tiene muchos adulones, a quienes Ud. grita, y se mueren por poner en su currículum que fueron sus alumnos, esos, esos que necesitan de Nombres, para que los vean, porque no pueden hacerse ver por sí mismos.

(El hombre de traje negro se hizo el boludo, como si la niña de pelo largo no hubiera dicho nada.)

-¿Y? ¿El trazo? ¡Cuando estamos “en clase” no hablamos!, te aseguro que si tus padres se enteran de que acá perdés bastante de tu hora conmigo hablando, se morirían de pena, ¿te callas? ¡Sino les aviso! – dijo el hombre de traje negro. 

-¡Sentate allá! Una imagen vale más que mil palabras.

-Prestá atención y fundamentalmente, MIRÁ. Invento una silueta sobre una mancha. ¿Este dibujo es perfecto? Te estoy peguntando.

-No.

-Bien. No es perfecto porque no es necesario que sea perfecto- dijo el hombre de traje negro 

– pero sí tienen que estar claras las fronteras.

-¿Qué fronteras?

- No pueden existir muros, este es el secreto de la técnica, si existen muros, pero son transparentes. Todo va de claro a oscuro, pero ¡cuidado! no existe el blanco, existe el transparente. Para la silueta, mojo el pincel en agua limpia, lo paso por la zona, hasta que esté bien húmeda, pero sin que el agua chorree, no se puede escapar.

(La niña de pelo largo miraba rígida, como los soldados de los ejércitos.)

-Hice una mezcla con dos azules y agua, y con sólo tocar con la punta del pincel, dejo que la pintura se corra por el papel humedecido. Siempre controlo que la humedad no sea excesiva, y además hago esto de una sola pasada, no se debe insistir de forma reiterada, porque a la vista se afearía el trabajo. O sea, pinceladas seguras en una sola pasada.

(La niña de pelo largo miraba rígida, como los soldados de los ejércitos.)

-Los Toques Finales, tienen que ser los justos, de lo contrario todo se satura. Acá tenés a la criatura que acabo de crear, es única e irrepetible y pasé muy bien con ella.

- No debo disciplinar el trazo – dijo entonces la niña.

-Ahora te toca a vos – dijo entonces el hombre de traje negro.

Capítulo 9. Nada.


-No veo nada- dijo la niña de pelo largo al hombre de traje negro.

-¿En qué quedamos? ¿Querés aprender o llamo a tus padres? - Otra vez este imbécil soberbio de traje negro alardeando de su Poder. "El Poder seduce" - había escuchado la niña de pelo largo por ahí, no se acordaba cuando ni donde, o mejor dicho lo escucha siempre y en todas partes.

- Un buen pintor debe ser independiente de la luz y de la oscuridad

- ¿Pero qué quiere Ud. que dibuje ahora que no veo nada? 

- ¡Dibujá! ¡Algo de La Nada tiene que surgir! - dijo el hombre de traje negro poseído por su mal humor.

RING-RING- sonó el celular del hombre de traje negro- Disculpá.- dijo.

-Tengo un compromiso - dijo el hombre, y su ceño dejó de estar fruncido 

- Un velorio, odio los velorios

- ¿Quiere que vaya con Ud.? 

- ¿Querés venir conmigo a un velorio?¿Y si no dormís de noche porque ves a los vampiros y las cruces saliendo de abajo de tu cama? - se mofó el hombre. 

- Bueno, vení.

Al llegar a la puerta de la sala el hombre de traje negro desapareció. La niña de pelo largo observaba y escuchaba.

Seguramente alguien comentaría cuál era la causa de aquel deceso, y seguramente las lágrimas serían cataratas, brotando de cada ojo, de cada rostro, de cada individuo, de aquel lugar.

Nada. De eso nadie hablaba, pero hablaban: "¿Cuántos tenés?-Dos- ¡Dos! Pero cómo pasa el tiempo. Yo tengo Tres, el mayor se está por recibir de Doctor, tiene novia, y se casa el mes que viene. Ah, ahora que me acordé, ¿qué hora es? ¡Ufa! Todavía falta media hora para que se vayan al entierro, con todas las cosas que tengo que hacer, y ahora me acordé que tengo que pasar por la imprenta a ver si escribieron bien los nombres de mis consuegros, y los nuestros en las invitaciones, qué horrible, con todo lo que tengo que hacer y falta media hora todavía".

La niña, sin darse cuenta, se había acercado a ese grupo, y alguien reparó en ella. 

- ¡Vos debés de ser la hija de Lussich! - dijo la otra Señora 

- ¡Pero sos una belleza! ¿No pensaste en anotarte en una agencia? Mirá, querida que tus ojos no se ven en ninguna parte, además sos tan delgadita, y lo que va pegar fuerte es esa expresión de ingenuidad, mirá, no sé si tu padre te dijo pero hace tres años que dirijo la Agencia "LovelyAbsolutly", y creeme, nena, si no tuvieras futuro, no te insistiría, te voy a dejar mi tarjeta, estoy segura de que en esta semana tus padres te van a decir que lo mejor que podés hacer es venir a trabajar conmigo. Vas a viajar por todo el mundo, aparte, te veo para las gráficas de Lancome, Channel, tu mix de ingenuidad, es muy cotizado. Bueno, ah, ya es la hora del entierro, bueno, me voy a saludar, y vos- dijo mirando a la niña de pelo largo - pensalo, ok?

"Qué puta frivolidad" pensó la niña de pelo largo. "¿Para qué hacen estos circos? ¿ Y todavía con el muerto ahí, ¡qué morbo!, el pobre tipo que se murió, y todos haciendo sociales, por qué no lo velan a cajón cerrado, así el pobre finado no tiene que escuchar tanta estupidez".

-Vamos- apareció de la nada el hombre de traje negro.

Entraron en silencio al atelier.

-Te quedan quince minutos, aprovechá- dijo el hombre.

Entonces, la niña de pelo largo comenzó a pincelar en negro, intercalando con algo de blanco, y aquello era una gran mancha negra, con colores en un pequeño sector.

-¡Terminé! -dijo.

El hombre de traje negro, miró la Creación.

-¡Pero al fin hiciste algo "como la gente"! ¡Esto es genial! Ya encontramos tu estilo, vos sos abstracta. ¿Cómo hiciste para hacerlo tan rápido y tan sublime?

-Pensé en "La Nada".- dijo la niña de pelo largo.

Capítulo 10. Roto.


-Trazá varias líneas horizontales y verticales con el esmalte negro, sí, el pote que está a tu izquierda, y formá una retícula con muchos cuadriláteros. - dijo el hombre de traje negro a la niña de pelo largo

- que dividan en varias porciones el lienzo. Y luego - añadió - dibujá la grácil silueta de la bailarina.

-No entiendo; si me dijiste que trace líneas dividiendo al lienzo, ¿qué lugar queda para la bailarina? - preguntó la niña de pelo largo.

-La bailarina bailará sobre las líneas - dijo el hombre de traje negro.

-¿Dibujo la bailarina haciendo de cuenta que no existen las líneas? - preguntó la niña.

-¡Lo que pasa es que la verdad está dada por la intersección de dos líneas, una vertical, y una horizontal. La vertical significa lo espiritual, y la horizontal la naturaleza. En la intersección de ambas estará la bailarina!- dijo el hombre con vehemencia.

La niña de pelo largo lo miró y no dijo nada. Enjuagó el pincel con trementina, se lavó las manos y se puso la campera de jean sobre el vestido de bambula blanca.

-¿Qué estás haciendo?

- ¡Me voy! No me importa lo que digas a mis padres, no me gusta que me griten, a mi no me grita nadie, ni la señora del puesto de flores ni vos, a mi me importa un rábano tu prestigio, tu nombre, vos a mi no me gritás más. Chau. - el hombre no percibió que a la niña de pelo largo se le había descolgado una lágrima.

El hombre devino en estatua.

Cuando la niña de pelo largo se disponía a cerrar la puerta cancel el hombre dijo: "No te vayas ahora, esperá que termine la hora".

-Me da lo mismo, si eso te hace feliz, no me cambia la vida - dijo la niña, y prosiguió el trabajo que había quedado "en espera".

-Estoy triste - dijo el hombre.

-¿Vos triste? ¡Si te mofás de los que estamos tristes!

-Yo antes era distinto. Era distinto hasta que me dejó.

-¡Ahá! ¿Quién hubiera dicho que vos hubieras sufrido por amor? Mas bien; ¡hiciste sufrir a muchas! 

- Me dejó sin avisarme- ¡Algo le habrás hecho!

- Cuando llegué a casa, no estaba. Esperé mucho tiempo una carta. Que vuelva. Esperé muchos años. Un día comprendí que jamás volvería. Sin embargo, él me ve. Siempre me está mirando.

- ¿El?...

-¿Por qué brillan tus ojos? ¿Querés llorar? ¡Llorá! Yo hoy me voy de acá, no me ves más y nadie se va enterar, dale, llorá.

Y el hombre de traje negro lloró. Y lloró una hora. Y lloró dos horas. Y lloró tres horas.
Fue entonces que tenuemente comenzó su alivio.

-Pensé que te habías ido - dijo el hombre de traje negro a la niña de pelo largo.

Fue entonces que el hombre de traje negro, recortó el lienzo por las líneas negras.

- Estoy roto- dijo- como tu bailarina.

La niña de pelo largo, buscó un cartón grueso. Con cascola, pegó los trozos de lienzo uno junto al otro sobre el cartón.

-Ya no estás roto - dijo la niña - estás reconstruyéndote.

-¿Y cómo podré seguirme reconstruyendo si te vas? - dijo el hombre de traje negro.

 -¿Y quién te dijo que me voy? - dijo la niña de pelo largo.

Capítulo 11. Inversión.


-¿Qué dibujo hoy? – le preguntó la niña de pelo largo al hombre de traje negro.

El hombre de traje negro no respondió. La niña, creyendo no haber realizado la pregunta con la suficiente vehemencia, repitió- ¿Qué dibujo hoy?

El hombre de traje negro no respondió. Tenía el ceño fruncido, y andaba volando muy lejos del atelier. – Hacé lo que quieras- finalmente dijo.

-¿Lo que yo quiera?

-Lo que vos quieras.

-Hoy vas a dibujar vos- dijo la niña de pelo largo.

El hombre de traje negro no pudo evitar largar una carcajada.

- ¿Vos mi maestra? ¿No es demasiada petulancia de tu parte?

- ¿Vos creés que sos el único que sabe?

- ¿Y para qué venís a mis clases si ya sabés todo?

- Yo no dije que se todo; lo dijiste vos. Pero vos, tampoco sabés todo- dijo la niña de pelo largo.

-¿Y qué vas a enseñarme vos a mí que yo no sepa?- se mofó el hombre de traje negro.

- Vos no sabés todo- repitió la niña.

-Hoy serás vos el aprendiz.- El hombre, increíblemente, obedeció.

-Trazá un pentagrama – ¿Y yo qué sé que es un pentagrama?

- En el sistema de notación musical utilizado comúnmente en los países occidentales, el pentagrama; del griego: penta: cinco, grama: escribir, es el lugar donde se escriben las notas y todos los demás signos musicales. Tiene cinco líneas y cuatro espacios, que se enumeran de abajo hacia arriba. Las líneas son horizontales, rectas y equidistantes.

-¿Y vos donde aprendiste todo eso?

-No lo sabés.

-¡Claro que no lo sé, por eso te pregunto! – enfatizó el hombre de traje negro.

-No lo sabés, porque no sabés nada de mí – dijo la niña de pelo largo.

-¿Y por qué yo tengo que saber algo de vos? ¡Tus viejos te mandaron acá para que yo te de clases de pintura! – gritó el hombre.

-Si fueras menos agrandado – dijo la niña – mientras me dabas la clase podrías haberme preguntado sobre mi vida, yo soy un sujeto, igual que vos. Que vos seas el maestro y yo la aprendiz, no significa que yo sea Cosa y vos Ser.

-Me parece que estás bastante confundida – dijo el hombre de traje negro – me imagino que sabés cuánto vale mi “hora” de clase, tus viejos no te mandan conmigo para que yo me interese por vos. Pero creo que se te están subiendo los humos.

-Creé lo que quieras- dijo la niña de pelo largo. -Vos sos uno de los mejores pintores de este país, pero no sos uno de los mejores músicos, ni sos uno de los mejores poetas.

-Yo tengo mostrador, nena- ironizó el hombre de traje negro- y te puedo asegurar que sé mucho más que vos de la vida, ¿si sos una pendeja? ¿cómo vas a saber más que yo? Además a vos no te conoce nadie, mi nombre lo conocen todos.

- Eso es insignificante- dijo la niña.

-Ya te decía yo que no entendés nada- prosiguió el hombre- ¿cómo va ser insignificante el nombre? Mi nombre, se escucha ¡en el mundo entero y todos saben quién soy yo!

-¿Y eso para qué te sirve?- preguntó la niña.

El hombre de traje negro se disponía a responder, pero la niña de pelo largo dijo:

-Eso te sirve para que todos te chupen las medias, para que todos quieran arrimarse a vos, porque te llamás como te llamás, pero, ¿eso te sirve para que te quieran? Lo que pasa es que a vos te importa más el “qué dirán” que lo que de verdad sos.

-Mirá vos, ¿también creés que podés psicoanalizarme?- se burló el hombre.

-Si uno cree en algo, lo logra – respondió la niña.

-Ja ja ra ja jai, “Anda y ve tras tus sueños y se harán realidad”; pendeja, no puedo creer cómo te la re.creés.- dijo el hombre de traje negro.

-No entendés nada, yo no me la “re.creo”- dijo la niña de pelo largo.

-Ah;¿no? – se mofó por enésima vez el hombre.

-Está muy bien que des clases de pintura, pero vos de pintura es de lo único que podés dar clase, de música o poesía podés opinar, pero no podés enseñar, bueno poder podés, pero no deberías.

-Ja ja, ¿y por qué no?

-Porque no sabés más que los otros, en todo caso sabés como sabemos todos, no sos el amo y nosotros tus esclavos.

-Permitime pero esto está muy divertido, sigamos con “la clase”- dijo el hombre de traje negro.

- Hacé una clave de sol.

- ¿Y yo qué sé que es una clave de sol?

- La clave es un símbolo usado en notación musical, cuya función es asociar las notas musicales con las líneas o espacios del pentagrama. Una clave asocia una nota en concreto con una línea del pentagrama, de manera que a las notas siguientes les corresponderán los espacios y líneas adyacentes. Existen tres símbolos distintos para representar a las distintas claves, la clave de sol, la clave de fa y la clave de do, que llevan el nombre de la nota que designan a la segunda línea de los pentagramas. Es obligatoria su colocación al principio de cada pauta, pero puede cambiarse durante el transcurso de la obra en cualquier momento, si se requiere. Te hago una en esta hoja y vos copiala

- ya está

- ahora dibujá un frutero

- ¿Y qué tiene que ver un frutero con una partitura?

- ¿Y por qué tiene que tener algo “que ver”?

- No discuto, hoy soy el aprendiz, ya está

- Ahora dibujá un ojo.

-¿Un ojo solo?

- Sí; un ojo solo

- Y ¿en qué parte?

- Hacé de cuenta de que el ojo es un ser, y ubicalo donde quede equilibrado

- ¿Cómo equilibrado?

- En armonía con el resto de los objetos que dibujaste

- ¡Tá, lo pongo acá, y ahora qué!

- Ahora, hacé una boca

- Pero ¿estamos haciendo una cara?

- No, la boca también es un ser, igual que el ojo

- ¿Entonces la puedo poner en “cualquier lado”?

- Vas entendiendo, sí, la podés poner en cualquier lado.

Así, la niña le hizo agregar un teclado de piano, un mazo de cartas, y una mujer sin ojos ni nariz ni boca.

-Ahora vamos a colorear – dijo la niña.

-Te escucho- dijo el hombre.

-Tenés la total libertad de poner los colores, la única condición es que te queden equilibrados.

- ¿A qué te referís con “equilibrados”?

- ¿A vos te gusta la música?

- ¡Obvio!

- Bueno, cerrá los ojos, imaginá el tema que más te “vuele”, y trasladá eso a los colores.

El hombre de traje negro quedó sorprendido. Comenzó, y sin darse cuenta se olvidó de la existencia del tiempo y del reloj. Coloreaba, y entrecerraba los ojos, y “descoloreaba”, y entrecerraba los ojos, y volvía a colorear...

-Ya terminé.- dijo el hombre de traje negro.

- ¡Pero mirá la hora que se hizo! ¡Tres horas estuve con esto! ¡Y las clases siguientes! ¡Mis alumnos se deben de haber ido!

-¿Y si ya se fueron; qué te importa? – dijo la niña de pelo largo.

-Y sí; ya se fueron. – El hombre hizo una pausa y dijo

- La verdad, pendeja, que esto no lo sabía.

-Ya te dije que vos no sabés TODO.- dijo entonces la niña de pelo largo.